Álvaro Bilbao tiene muy claro que “el rincón de pensar” no es nada bueno para tus hijos

Todos sabemos qué es y cuándo se emplea “el rincón de pensar” con los niños y las niñas y sin embargo no lo habíamos visto desde la perspectiva con la que nos lo muestra el neuropsicólogo Álvaro Bilbao en sus redes sociales.
madre hablando con hijo

Puede que en algún momento del día tu hijo haya hecho algo que no debía, puede que en alguna situación tu hija haya reaccionado de una forma negativa y puede que en ese momento hayas utilizado “el rincón de pensar” cómo método para que recapaciten sobre lo que han hecho. 

Pues seguro que después de conocer la opinión de Álvaro Bilbao sobre esta herramienta, vas a desterrar ese rincón de tu casa y sobre todo de la educación de los más pequeños.

Castigos, no gracias

Álvaro Bilbao es un experto en educación positiva, siempre busca otras opciones educativas que no sean los castigos porque en su experiencia estos no aportan ningún beneficio a la educación ni a la conducta de los niños, de hecho, él señala que lo más probable es que sean perjudiciales para ellos.

“El rincón de pensar” es una herramienta que hemos visto en numerosas escuelas y por supuesto, algunas familias también lo han utilizado en sus hogares para educar a los niños. En muchas ocasiones se considera que es un método pacífico y que no tiene consecuencias negativas para los menores.

Para Álvaro Bilbao esta apreciación está confundida. De hecho, él señala que esta técnica puede conllevar dos cosas “y si os digo la verdad no tengo claro cuál de las dos es la respuesta más sana para el niño”, según comenta él mismo.

El lado oscuro de “el rincón de pensar”

Por un lado “el rincón de pensar” puede provocar que los niños sean sumisos, que responda de una forma ciega a sus padres por miedo a que estos les rechacen. 

Esto va a degenerar en más que posibles problemas de autoestima en nuestros hijos que pueden llegar a crearles dificultades a la hora de relacionarse con otros niños.

Por otro lado, “el rincón de pensar” puede provocar que nuestros hijos transformen ese miedo en rabia hacia sus padres lo que va a crear una distancia emocional entre los adultos y los niños, muy complicada de superar que va a dificultar la convivencia y la cooperación entre ambos.

Cualquiera de estas dos razones es lo suficientemente poderosa como para desterrar “el rincón de pensar” de los métodos que utilicemos para educar a nuestros hijos y para animarnos a buscar otras soluciones más positivas con las que los niños no dejen de sentirse queridos y valorados.

Madre hablando con su hijo - Getty Images

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