Para los padres es duro tener hijos que pegan para expresar sus emociones, para defender su posición, por mucho que pediatras expertos como Carlos González defiendan que es normal que los niños peguen. Y lo mismo ocurre cuando, en lugar de pegar, un hijo se expresa mordiendo. Sí, hay peques que muerden y lo hacen con ganas. Y en un contexto así es difícil controlar la reacción y actuar de la forma correcta. Por eso, para intentar ayudar a los padres y madres de niños y niñas que muerden, Álvaro Bilbao ha publicado un post divulgativo en el que analiza esta cuestión desde un punto de vista científico y aporta el consejo para actuar en consecuencia de una forma eficaz.
Es una realidad que los niños muerden y que son muchos los padres y madres que se preguntan cómo deben actuar. Dice Álvaro Bilbao que hay “tres claves sencillas han permitido a muchos padres saber cómo ayudar mejor a sus hijos”: entender por qué muerden, saber qué cosas les pueden llevar a ello y tener claro qué es lo mejor que pueden hacer si su hijo o hija muerde.
Nos detenemos en cada una de las tres cuestiones de la mano del neuropsicólogo Álvaro Bilbao.

Por qué muerden los niños
Puede parecer que no es así, pero Álvaro Bilbao asegura que a los padres y madres de peques que muerden les ayuda mucho saber por qué pasa. Y es que el fenómeno del morder en la infancia tiene una explicación científica.
“Cuando la amígdala percibe amenaza percibe una amenaza puede generar una respuesta de ira que activa el eje hipotálamo-hipófisis-suprarrenal”, apunta el experto.
“Esta activación —añade Bilbao— del sistema simpático produce un aumento de actividad en las glándulas salivales menores si es muy intensa y una activación de los músculos masetero facial y temporal”. Por lo tanto, concluye el especialista en el cerebro de los niños, “Es una respuesta preparatoria para la lucha que suele llevar al niño a morder para aliviar esa tensión”.

Qué más cosas pueden alterar el sistema simpático
Una vez sabemos que el morder en la infancia es una reacción que se desencadena a nivel cerebral, es esencial conocer por qué se activa dicha reacción. Así se puede prevenir en muchas ocasiones y, en otras, mal menor, estar preparado.
Esto dice al respecto Álvaro Bilbao: “Sabemos que las reacciones nerviosas intensas y, sobre todo los gritos, son percibidos como amenazas y pueden intensificar la respuesta de la amígdala y sistema simpático haciendo que al niño le cueste más trabajo parar e incluso que se ponga más nervioso en futuras situaciones similares”, dice.
Es decir, juega un papel fundamental cómo hablamos a estos niños y niñas. Si lo hacemos desde la calma se reducen drásticamente las posibilidades de que muerdan. Por eso, entre otras razones, expertos insistan en consejos para educar sin gritos.

Qué podemos hacer si un hijo muerde
De todos modos, no está garantizado que dejen de morder. De hecho, no lo harán al 100% de la noche a la mañana. Por eso es bueno saber qué hacer si un hijo muerde.
Si ocurre, dice Álvaro Bilbao, “la estrategia que más efectiva se ha demostrado para reducir los mordiscos en niños menores de cuatro años consiste en hacer dos cosas distintas a la vez”.
Por un lado, explica Álvaro Bilbao, “acercarnos al niño calmadamente y hablarle de forma tranquila para ayudarle a reducir la activación del sistema simpático (amenaza) y activar el sistema parasimpático”. Este primer hábito “le hará sentir seguridad y le ayudará a relajar su mandíbula”, afirma el neuropsicólogo.
Y por otro lado, continúa explicando Álvaro Bilbao, hay que “explicarle con calma pero sin dudas que no podemos morder a los demás”. Para ello, puedes utilizar frases, dice Bilbao, como esta: “Si estás enfadado puedes venir a pedir ayuda, pero no mordernos”.
Este mensaje, reconoce el experto en el cerebro de los niños, “Puede parecer demasiado suave, pero los estudios demuestran que una respuesta suave y clara reduce los mordiscos más que una reacción intensa y nerviosa”.
Consejo extra
Por último, a modo de tip extra para madres y padres de niños y niñas que muerden, Álvaro Bilbao dice que recomienda que se aprovechen los momentos de calma para hacer un juego con sus hijos e hijas.
En concreto, Bilbao aconseja “aprovechar los momentos de calma y juego para meter el nudillo en su boca y enseñarles a apretar y soltar cuando les digan ‘stop’”.
De esta forma, concluye el neuropsicólogo, los peques “ganan control voluntario de su boca y su fuerza”, lo cual “les ayuda a controlar el impulso de morder cuando están enfadados”.