No vamos a descubrir a estas alturas que los docentes son personas, es decir que tienen subjetividad como cualquier ser humano pero de ahí a que esa subjetividad decida la nota o la calificación de sus alumnos, hay una enorme distancia ¿o quizás no tanta?
El caso es que la Comisión Europea ha llevado a cabo un estudio, con la colaboración de diferentes investigadores y docentes, para valorar los criterios que se aplican al calificar a los estudiantes. Una de las primeras conclusiones que sacan, tras analizar los datos obtenidos, es que esa famosa frase histórica de “¡Mamá, el profe me tiene manía!” es en la mayoría de los casos una excusa muy poco original que siguen utilizando los estudiantes a pesar de que en la mayoría de los casos es completamente inútil.
El primero en España
El Centro Común de Investigación de la Comisión Europea, el Berlin Social Science Center y la Universidad de Sevilla, han sido los organismos encargados de desarrollar este estudio experimental titulado “Sesgo del profesor en las evaluaciones según el estatus atribuido al alumno: Un experimento factorial sobre discriminación y reproducción cultural”. El primer estudio experimental de estas características que se lleva a cabo en nuestro país y en el que han participado distintos investigadores y docentes, muchos de ellos también españoles.
Han examinado las respuestas de cientos de estudiantes de magisterio buscando si hay o no subjetividad a la hora de poner nota a los alumnos en clase y proporcionar, de haberlo, evidencias de ello.
¿Y por qué a los estudiantes de magisterio? Pues porque precisamente serán ellos los próximos profesores que ocupen las aulas, serán ellos los que van a desarrollar alguna de las características de un buen profesor, al menos para alguno de sus alumnos. Ellas y ellos serán los que eduquen a los niños y que tengan que valorar a sus estudiantes, sus esfuerzos, sus actitudes y sus resultados.
El valor del comportamiento
El debate sobre cómo evaluar al alumnado es una constante en nuestro país, sobre todo porque las calificaciones, como recuerdan los autores de este informe, siguen siendo las principales referencias en las que se fijan los padres a la hora de elegir un colegio para sus hijos. No tenemos aún claro si las notas marcan el futuro de nuestros hijos y seguimos dándoles mucho valor.
Los profesionales de la docencia siguen valorando cuál es la mejor manera de calificar a un alumno y en este estudio, destaca el valor que le dan los docentes al comportamiento del alumnado en clase, hasta el punto de que llega a influir en sus calificaciones.
¿Cómo valorar solo los ejercicios de matemáticas de un alumno si su comportamiento, por ejemplo, ha hecho perder tiempo de explicación al resto de la clase? ¿Cómo valorar sólo las calificaciones de un alumno que está siendo objeto de burlas en clase o que está siendo quien promueva las burlas hacia otros compañeros? ¿El profesor tiene que conocer las circunstancias personales y familiares de los alumnos para evaluarlos de forma más justa aunque quizás sea también más subjetiva? ¿O lo más justo son las “pruebas ciegas” en las que los evaluadores no conocen la identidad de los estudiantes que califican?
Hace poco conocíamos, porque se viralizó en redes sociales, la opinión de una mujer británica que vive en España, sobre la educación en su país y en el nuestro, y esa subjetividad en las valoraciones pesaba en su opinión como algo negativo.
Hay profesores y expertos que valoran ese conocimiento de las circunstancias personales de los alumnos porque hace que la desigualdad sea menor.
El debate sigue abierto y parece que no tiene visos de cerrarse, al menos hasta que la inteligencia artificial sustituya al profesor en clase, como apuntan algunos. Pero el debate sigue abierto además y sobre todo si tenemos en cuenta que la educación que queremos la mayoría para nuestros hijos e hijas debería ser lo más personalizada posible.

TAMBIÉN LEE: