El mes de junio es complicado en muchas familias donde hay niños pequeños. Ellos están prácticamente de vacaciones escolares mientras que la mayoría de los adultos aún no disfruta de las vacaciones laborales, hay que buscar cómo entretener a los niños hasta que todos estemos de vacaciones y no es sencillo.
Sabemos de la importancia del tiempo de ocio y descanso para toda la familia y aunque no estemos de vacaciones quizás sí que podamos escaparnos un fin de semana a disfrutar de un plan distinto y original. Podemos empezar por contarles que vamos a hacer un picnic al caer el sol y después, tumbarnos mirando al cielo para descubrir los fuegos artificiales más increíbles: la lluvia de perseidas.
Los pueblos de las estrellas
Un plan en cualquiera de estos pequeños pueblos cuajados de encanto, con molinos de viento, castillos y ermitas de hace siglos donde admirar las estrellas en un cielo limpio y silencioso es todo un espectáculo al que no estamos acostumbrados los urbanitas con nuestros cielos apagados por culpa de la contaminación lumínica de la ciudad.
Villarrobledo
Poder disfrutar de la lluvia de perseidas en un enclave con certificado Starlight y con un fondo de tinajas milenarias, es una mezcla perfecta para una noche también perfecta.
La certificación Starlight es garantía de un cielo estrellado, de esos que prácticamente solo vemos en las películas, un cielo perfecto para recordar a El Principito y algunas de sus mejores frases para por ejemplo, ayudar a los niños a afrontar sus miedos, desde su propia estrella, que lo mismo es una de la que vemos desde aquí ¿por qué no?
Desde la Asociación Astronómica Villarrobledo organizan expediciones a las que podemos sumarnos en las que además, explican el movimiento de la Luna y los planetas a los asistentes.

Ventas de Alcolea
La oscuridad nocturna que vamos a encontrar define este enclave como de “cielo profundo”, así que aquí la inmersión entre cuerpos celestes prácticamente está asegurada y cuanto más al sur nos desplacemos, más fácil será que encontremos cielos en los que los cúmulos, las galaxias y las nebulosas nos sorprendan a todos, niños y mayores.
Conectar con la naturaleza, con planes como estos, puede empezar a partir de ahora a ser un hábito para toda la familia y además, es clave para que los niños estén sanos y felices.

El Toboso
Estamos en el lugar perfecto para recordar algunas de las frases de El Quijote con las que hablar con los niños de lo que de verdad importa.
Que se trata de un lugar especial por muchos motivos no es un descubrimiento, sus calles hablan de la historia, su gastronomía te hace viajar al pasado y lo que queda de su ermita del siglo XVI cuando se envuelve de estrellas hace que la experiencia suba de nivel.
Un poco del delicioso queso manchego hasta que caiga la oscuridad por completo mientras vemos como se van iluminando las estrellas sobre nosotros seguro que nos reconforta a todos y se confirma lo que dicen los expertos, que a mayor actividad al aire libre, menos ansiedad entre niños, adolescentes y por supuesto adultos.

Campo de Criptana
El Barrio del Albaicín, la Sierra de los Molinos y los cielos manchegos sobre la ermita de la Virgen de Criptana, es uno de los entornos que quienes lo conocen aseguran que atrapa al viajero.
Quizás estamos perdiendo la capacidad de aburrirnos, con lo que eso nos perjudica, porque no nos dejamos asombrar, ni siquiera nos acercamos a lugares tan mágicos como estos y es una lástima.
Los molinos de viento bajo una lluvia de estrellas puede ser una de esas experiencias sorprendentes con las que fomentar la curiosidad de tus hijos sin hacer ningún esfuerzo.
Una recomendación viajera: No dejes de inscribiros en las rutas de “Criptana bajo las estrellas” la inscripción es gratuita pero las plazas limitadas y merece la pena.

Socuéllamos
También conocido como “la patria del vino” uno más de los lugares sorprendentes y privilegiados de esta zona para observar las estrellas en verano, cuando corren por el cielo las estrellas fugaces a las que pedir los deseos para que se cumplan durante el resto del año.
Hay que acercarse hasta el Paraje de los Titos o la Casa de la Torre para perderse en la magia de la oscuridad de un cielo lleno de luces que parecen tan cerca y sin embargo están tan lejos de nosotros.

Pedro Muñoz
El paraje en torno a la ermita de San Isidro es el mejor lugar para disfrutar de las estrellas, junto a la laguna de Navalafuente, rodeados de viñedos y humedales, un entorno privilegiado para que los niños conecten con la naturaleza.
Pero no sólo eso porque además, no siempre podemos conocer un yacimiento arqueológico de más de 3.000 años de antigüedad como el que tenemos en el Cerro de las Nieves, que da origen precisamente al pueblo de Pedro Muñoz.

Tomelloso
Campos de cereal, una inmensa llanura y una ruta muy especial, la Ruta de los Bombos, unas construcciones de piedra seca en pie desde el siglo XV que cuando cae la noche, en medio del silencio y rodeadas de estrellas como única luz, son aún más impresionantes.
Si habitualmente eres la mamá fotógrafa quizás este sea el viaje perfecto para pasar el testigo a los más pequeños, para que se sorprendan ellos capturando esos momentos en los que estamos todos pendientes de disfrutar y de crear bonitos recuerdos.

El Provencio
En el Castillo de Santiago de la Torre vas a poder sentirte aún más cerca de las estrellas. Se trata de una fortaleza del siglo XV que tras haber sido restaurada, permite al valiente viajero subir a lo más alto de una de las almenas desde donde poder disfrutar del paisaje tanto del suelo como del cielo, en toda su inmensa amplitud.

Argamasilla de Alba
El Castillo de Peñarroya es el escenario de algunas de las leyendas más conocidas de la zona y precisamente, algunas de ellas, relacionadas también con las estrellas y otras tantas con tesoros escondidos, todas ellas a las puertas de una joya como es el Parque Natural de las Lagunas de Ruidera.
Lo que hace cientos de años era un entorno por el que luchar, hoy es un refugio para el viajero y un aliciente para el visitante, medicina emocional como definen a la naturaleza los investigadores de la Universidad de Cambridge.

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