Los planteamientos son sencillos y los resultados muy alentadores aunque no podemos olvidar que la sociedad japonesa tiene una serie de peculiaridades o diferencias si la comparamos con nuestra sociedad.
Hábitos y costumbres distintos a los nuestros, algunos muy propios y arraigados a su forma de entender la vida y otros perfectamente exportables que podríamos adoptar si nos lo propusiéramos.
Uno de estos métodos de crianza fácilmente exportables y además muy recomendable es el Ikuji que enseña a los niños japoneses a tener un comportamiento respetuoso y disciplinado.
Un método de enseñanza que se basa en la crianza positiva, que desarrolla un vínculo emocional a través de la comunicación efectiva y la escucha activa, reforzando de este modo los aspectos más positivos de la personalidad de los menores y evitando los castigos.
Las tres fases del Ikuji
El método de crianza Ikuji se desarrolla desde la infancia hasta la adolescencia del niño a través de tres fases más o menos diferenciadas en torno a la madurez del menor.
La primera iría desde el nacimiento hasta en torno a los cinco años de edad. Es una etapa en la que es prioritario que el bebé se sienta querido y valorado, que aprecie que es lo más importante del hogar y de la familia.
La segunda se desarrolla desde los cinco a los quince años aproximadamente, la idea es no perder de vista nunca la importancia del cariño y el respeto que siente el niño o la niña pero ahora, además va a empezar a tener responsabilidades acorde a su edad y su madurez, va a ir ocupándose de asuntos de la casa porque es la forma de que valore la importancia que tiene el trabajo y la educación.

La responsabilidad tiene un papel importante en este tipo de educación, el hecho de que se ocupen de pequeñas tareas de la casa desde que son pequeños, consigue que se sientan útiles y necesarios, que aprendan a ser autónomos y a valorar a su propia familia.
La tercera y última va de los 15 años en adelante. A partir de este momento el adolescente en Japón es tratado como un igual dentro de su familia por lo que asume las consecuencias de sus actos y adquiere un papel en la sociedad y en su entorno.
El vínculo familiar y el respeto
Los abuelos, la figura que tienen en las familias y la estrecha relación que desarrollan con los nietos, es otro pilar fundamental de la educación nipona.
Además, en Japón no se grita o se levanta la voz habitualmente ni tampoco cuando los padres o las madres se dirigen a sus hijos, no se aplican castigos físicos.
Los padres y las madres muestran su disconformidad con la mirada y el tono de voz y los hijos saben perfectamente cuando sus padres les están haciendo algún reproche sobre su comportamiento que deben suprimir.
Las madres y los padres dan mucho valor a las emociones que pueden sentir sus hijos y sobre todo a su expresión, a que puedan siempre contar con ellos para comentarlas.
Practican la escucha activa, lo que es muy bueno para la salud mental de los niños y las niñas que aprenden de este modo a desarrollar más empatía por las personas que los rodean.

TAMBIÉN LEE: