La adolescencia suele entenderse como un periodo de cambio individual, un tiempo marcado por el crecimiento físico, los cambios hormonales y la construcción de la identidad. Sin embargo, un estudio reciente ha demostrado que lo que ocurre en el cuerpo de un chico durante su pubertad podría dejar una huella biológica en la salud futura... no de sí mismo, sino de sus futuros hijos.
La investigación, publicada en la revista Communications Biology (Nature Portfolio, 2025), sugiere que el sobrepeso en chicos durante la adolescencia se asocia con un mayor riesgo de asma, menor función pulmonar y alteraciones en el índice de masa corporal (IMC) en sus hijos. El mecanismo: cambios epigenéticos detectados en el ADN de la descendencia, especialmente en genes relacionados con el metabolismo, la inflamación y el desarrollo pulmonar.
Aunque el impacto de la salud materna durante el embarazo está más documentado, este estudio pone el foco en el periodo preconcepcional masculino, especialmente en la ventana vulnerable de la pubertad. Y sus hallazgos podrían tener implicaciones relevantes en la prevención de enfermedades infantiles crónicas.
Esta nueva evidencia invita a revisar la idea de que la responsabilidad biológica de la salud infantil recae exclusivamente en las madres. Los hábitos y condiciones del padre adolescente, incluso antes de pensar en formar una familia, pueden arrastrarse a nivel genético hasta su descendencia.
Esta es una ventana a un factor que requiere mayor investigación, pero toda informacón veraz es importante en el contexto actual, en el que las previsiones indican que más de 360 millones de niños tendrán obesidad en 2050 si no se actúa ya.

¿En qué ha consistido el estudio?
El estudio fue realizado en el marco del proyecto internacional RHINESSA (Respiratory Health in Northern Europe, Spain and Australia), y dirigido por Cecilie Svanes (Universidad de Bergen) y John W. Holloway (Universidad de Southampton).
Se analizaron datos de 339 parejas de padres e hijos, con información retrospectiva sobre el cuerpo de los padres (a través de una escala validada de siluetas corporales) en tres momentos: la infancia (8 años), el momento del cambio de voz (pubertad) y los 30 años.
A partir de esta información, se realizó un estudio epigenético a gran escala (EWAS) con muestras de sangre de los hijos, para identificar patrones de metilación del ADN (un mecanismo clave de regulación génica).

Los resultados fueron contundentes: se identificaron más de 2.000 sitios del ADN con cambios en su metilación asociados al sobrepeso del padre durante la adolescencia. De ellos, 119 estaban relacionados con el asma, 178 con la función pulmonar y 291 con el IMC de los hijos.
Más allá de los números, los genes afectados tienen funciones claves: desde la regulación de la glucosa y el metabolismo de los lípidos (como LIPG o AGPAT2), hasta otros implicados en el desarrollo pulmonar y la inflamación (como TBC1D4 o VTRNA2-1).

Implicaciones para la crianza, la educación y la salud infantil
La principal conclusión del estudio es que la salud de los futuros hijos no empieza en el embarazo, sino incluso antes de la concepción. Y no sólo en el cuerpo de la madre, sino también en el del padre. Este hallazgo podría reconfigurar la comprensión sobre el origen de ciertas enfermedades infantiles, y sobre cuándo (y en quién) debemos actuar preventivamente.
Si un chico adolescente mantiene un peso saludable, podría estar no sólo cuidando su propio bienestar, sino también el de sus futuros hijos. Por el contrario, el sobrepeso en esa etapa crítica podría traducirse, a través de la línea germinal, en una mayor susceptibilidad a enfermedades respiratorias y metabólicas en la siguiente generación.
Esto abre nuevas oportunidades para intervenciones en la adolescencia, etapa en la que a menudo se subestiman los hábitos saludables: quda mucho para ser padres (en el curso natural de la vida en este momento histórico), pero este estudio demuestra que, de alguna manera, ya se está influyendo en la salud de los hijos e hijas muchos años antes de concebirlos.
En la práctica, puede servir como argumento para fortalecer programas escolares de educación en salud, y como recurso para padres y madres que desean inculcar buenos hábitos en sus hijos varones. También podría inspirar campañas de concienciación enfocadas a adolescentes varones, un colectivo históricamente menos considerado en temas de salud reproductiva.
El mensaje es que, según la citada investigación, ser padre empieza mucho antes de que nazca tu hijo. Empieza en tu propia adolescencia. Y cuidar de uno mismo en esa etapa es también una forma de cuidar el futuro.
Referencias
- Kitaba, N. T., Østergaard, T. M., Lønnebotn, M., et al. Father’s adolescent body silhouette is associated with offspring asthma, lung function and BMI through DNA methylation. Communications Biology, 2025. DOI: 10.1038/s42003-025-08121-9