Ahora que se acerca en el calendario el día del padre y aunque pueda parecer que es una festividad que cada vez menos colegios la celebran, es un buen momento para reconocer que la paternidad ha experimentado una transformación significativa en las últimas décadas. Hemos reformulado la figura paterna en pocos años, aún estamos lejos de haber conseguido asentarnos en la crianza paritaria pero hemos dado muchos pasos que nos han acercado mucho más de lo que estábamos hace sólo unos años y además, a todo ello le unimos que la ciencia ha comprobado que los hombres están más sanos cuando cuidan un bebé.
Tradicionalmente, el cuidado de los hijos se consideraba una responsabilidad exclusivamente materna, mientras que los padres asumían roles más distantes en la crianza de sus propios hijos. Eso ha cambiado. Investigaciones recientes, como las que ha llevado a cabo la antropóloga Sarah Blaffer Hrdy, revelan que cuando los hombres se involucran activamente en el cuidado de sus bebés, no solo fortalecen el vínculo con sus hijos, sino que también experimentan beneficios biológicos y emocionales que mejoran su salud general.
Estas investigaciones subrayan la capacidad inherente que tienen los hombres para asumir roles activos y afectuosos en la crianza de sus hijos, algo que hasta hace muy poco parecía como si lo tuvieran vetado.
Fomentar y apoyar esta implicación paterna en el cuidado de los hijos desde las primeras etapas de la vida es algo esencial para el desarrollo integral de las próximas generaciones, para la construcción de comunidades más saludables y equitativas y por supuesto para enriquecer las dinámicas familiares y la salud psicológica y biológica de los propios hombres, de los propios padres.
Porque el cerebro del hombre también cambia cuando se convierte en papá, ya sabemos que el cerebro de los padres primerizos también vive toda una serie de transformaciones según ha demostrado la ciencia que conviene tener en cuenta y observar, como ha hecho esta antropóloga y primatóloga, Sarah Blaffer Hrdy, profesora emérita de Antropología en la Universidad de California.

Las hormonas no mienten
En su último libro, “El padre en escena” (Ed. Capitán Swing), Sarah Blaffer Hrdy destaca que los hombres que mantienen un contacto íntimo y prolongado con sus bebés muestran respuestas biológicas similares a las de las madres.
Estos padres desarrollan un "potencial asistencial" que anteriormente muchos de ellos no creían poseer. Y lo más curioso es que este fenómeno se debe a cambios hormonales específicos:
- Prolactina: Esta hormona, tradicionalmente asociada con la lactancia en mujeres, aumenta en hombres que participan activamente en el cuidado de sus hijos, promoviendo comportamientos de cuidado y afecto.
- Oxitocina: Conocida como la "hormona del amor", sus niveles se elevan en padres comprometidos, fortaleciendo el vínculo emocional con el bebé y fomentando sentimientos de bienestar.
- Testosterona: Se observa una disminución temporal en los niveles de testosterona, lo que puede reducir comportamientos agresivos y competitivos, facilitando una actitud más cariñosa y protectora.
Todos estos cambios hormonales indican que los hombres poseen circuitos neuronales latentes que, al activarse mediante el cuidado directo por ejemplo a su bebé, los capacita para desempeñar roles parentales de manera efectiva. Para la doctora Blaffer es algo que deberíamos poner más en valor porque "los estudios dicen que quienes cuidan de bebés tienden a tener más interés por la paz y el futuro del planeta. Si conseguimos tener más hombres que se preocupen por el futuro de su descendencia más que por su estatus y el poder, ganaremos mucho", algo que sigue la línea de anteriores investigaciones que señalan que la empatía se “hereda” de padres a hijos.
Padres cuidadores
Además de las alteraciones hormonales, el cerebro de los padres también experimenta modificaciones estructurales y funcionales cuando se involucran en la crianza de los hijos desde bebés. Hrdy señala que en los hombres se activan áreas específicas del cerebro:
- Corteza frontal: Asociada con funciones cognitivas superiores, como la planificación y la empatía, su activación mejora la capacidad de los padres para responder a las necesidades de sus hijos.
- Amígdala e hipotálamo: Aunque estas áreas se activan predominantemente en madres, estudios en parejas homosexuales masculinas demuestran que, cuando los hombres asumen roles de cuidado primario, también presentan activación en estas regiones, sugiriendo una adaptación neurológica al rol parental.
“Que un hombre cuide directamente a su bebé es algo del siglo XXI y empezamos a ver los cambios que se producen en sus cuerpos y en sus cerebros”, señala esta investigadora.

Salud mental y emocional
La implicación de los padres en el cuidado de sus bebés no solo beneficia a los niños por razones que a nadie se nos escapan, sino que también tiene repercusiones positivas en la salud mental y emocional de los hombres a las que quizás hasta ahora la sociedad no les había dado toda la importancia que merecen:
- Reducción de la depresión y la ansiedad: La conexión emocional con el hijo y la liberación de oxitocina contribuyen a disminuir síntomas depresivos y ansiosos en los padres.
- Sentido de propósito y satisfacción: Participar en la crianza fortalece el sentido de propósito y aumenta la satisfacción personal, mejorando la autoestima y el bienestar general.
- Fomento de hábitos saludables: Porque la responsabilidad de cuidar a un hijo motiva a los padres a adoptar estilos de vida más saludables, como una alimentación equilibrada y la reducción del consumo de sustancias nocivas.
Hrdy argumenta que muchas causas de mortalidad en hombres, como suicidios, sobredosis y alcoholismo, están relacionadas con sentimientos de exclusión y por el contrario, al involucrarse en el cuidado de sus hijos, los hombres encuentran un propósito y una conexión que contrarresta en gran medida todos esos riesgos.
Paternidad activa
La participación activa de los padres en la crianza no solo tiene efectos individuales, sino que también repercute positivamente en la sociedad:
- Promoción de sociedades más pacíficas: Distintos estudios indican que quienes cuidan de bebés tienden a mostrar mayor interés por la paz y el futuro del planeta. Un aumento en padres comprometidos podría traducirse en comunidades más armoniosas y orientadas al bienestar común.
- Equidad de género: La implicación de los hombres en roles tradicionalmente asignados a las mujeres contribuye a una distribución más equitativa de las responsabilidades domésticas y laborales, avanzando hacia la igualdad de género.
- Modelos positivos para futuras generaciones: Los niños que crecen con padres involucrados desarrollan una percepción más equilibrada de los roles de género, replicando estos comportamientos en sus propias vidas adultas.
Hrdy enfatiza que redefinir la masculinidad para incluir cualidades como la empatía y el cuidado no solo beneficia a los hombres y sus familias, sino que también fortalece el tejido social en su conjunto.

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