No aprendes las mismas enseñanzas con tu primer hijo y con el segundo, al menos eso es lo que dice Álvaro Bilbao por su propia experiencia.
Tras el nacimiento de su primer hijo, relataba el conocido neuropsicólogo lo que había aprendido con la experiencia, lo que había llamado más su atención, lo que casi no pensaba que iba a aprender de ese modo.
Con su primer hijo aprendió humildad, al mismo tiempo que descubrió lo que era la disponibilidad absoluta, aprendió también a ser muy meticuloso, casi hasta el exceso, su primer hijo le enseñó a sentir un amor incondicional y a sentirse incluso buen padre. Aprendizajes de gran importancia, de esos que te cambian la forma de ver la vida.
Y como es lógico y como pasa en muchas familias, después del primer hijo es probable que llegue el segundo pero ¿aprendemos lo mismo con nuestro primogénito que con nuestro siguiente hijo? Eso es lo que Álvaro Bilbao contaba sobre su propia experiencia.
Lo que enseña un segundo hijo
Tener un hijo, criarlo, cuidarlo, es un proceso que no te convierte en experto en esto de la paternidad de la noche a la mañana. Realmente es un proceso en el que no dejas de aprender nunca y tener un segundo hijo sigue formando parte de este proceso de aprendizaje vital.
Cada niño es diferente, cada uno te pilla en un momento vital distinto también a ti y lo que aprendes con uno a veces te sirve para el otro pero otras tantas veces no es así y te toca aprender de nuevo e improvisar también.
A tener confianza
Álvaro Bilbao reconoce que es algo que aprendió con su segundo hijo, a tener confianza en sí mismo y en su instinto y su criterio porque desde el primer día de vida de este segundo hijo, tu te sientes más seguro que el primer día del primero, que seguro que lo recuerdas perfectamente puede que hasta con cierta angustia.
A vigilar menos
La experiencia es un grado y con el segundo sabes que le puede permitir algo más de libertad, sabes que no hace falta tanta atención como la que le aplicaste al primero, sabes que debes estar atento y dispuesto pero no alerta, al menos no tanto y no siempre.
A juzgarte menos
Esta es una de las mejores y mayores lecciones que puedes aprender y que Álvaro Bilbao reconoce que aprendió de la mano de su segundo hijo. Aprendes a sentir que hay cosas que haces bien, que lo estás logrando poco a poco. Sin juzgarte ni compararte con los demás padres y madres.
A multiplicar el amor
Te das cuenta con tu segundo hijo que el amor es de esas pocas cosas que cuanto más las repartes más tienes, que no es excluyente de uno o de otro, que sabes querer a varias personas al mismo tiempo y con la misma intensidad.
A relajar (un poco)
La llegada de su segundo hijo a Álvaro Bilbao le dejó claro que la paternidad como la maternidad, no son ciencias exactas, que lo que funciona con un niño puede no tener ningún efecto sobre el otro por lo que te puedes relajar y ser un poco menos exigente con los detalles, puedes tomártelo con un poco más de calma e incluso puedes llegar a disfrutarlo un poco más.

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