La ciencia ya nos había advertido de que el embarazo no solo transforma el cuerpo de la mujer (por razones evidentes), sino que también modifica el cerebro de la futura madre. La investigación, alentada por estos estudios previos sobre gestación y cambios cerebrales, sigue profundizando en una cuestión que tiene múltiples aplicaciones reales. Y más con el nivel de conocimiento que se está alcanzando gracias a nuevos hitos como el conseguido por un nuevo estudio liderado por neurocientíficos españoles que ha confirmado que el embarazo modifica de forma profunda y duradera la estructura cerebral de las mujeres. En concreto, hasta el 94% del cerebro se ve alterada durante la gestación, y estas transformaciones persisten después del parto.
¿Te has sorprendido sintiéndote más intuitiva, más sensible al llanto de tu bebé o incluso con una “mente más enfocada” en lo importante desde que fuiste madre? La ciencia tiene una explicación. Y es que el cerebro materno se reorganiza por completo durante la gestación, en buena medida para priorizar lo esencial: el cuidado, la conexión y la supervivencia del bebé.
Esto último no es una novedad: la ciencia ya había demostrado cómo se transforma el cerebro de la mujer durante el embarazo. La novedad es que no lo había hecho con tanta precisión como lo ha conseguido describir un nuevo estudio desarrollado en España.

Detalles de un estudio ‘made in Spain’
El estudio, publicado en Nature Communications en 2025, ha sido liderado por Camila Servin-Barthet, Magdalena Martínez-García y un equipo multidisciplinar del Hospital del Mar Research Institute, el Instituto de Salud Carlos III y la Universitat Autònoma de Barcelona. El trabajo, que recibió una ayuda de 972.414 euros de la Fundación La Caixa, analizó mediante resonancia magnética longitudinal los cerebros de 179 mujeres antes, durante y después de su primer embarazo.
El objetivo de los investigadores era "estudiar los cambios estructurales que ocurren durante el segundo y tercer trimestre del embarazo y los primeros seis meses del posparto utilizando un escáner realizado antes de la concepción como referencia". A diferencia de estudios previos que solo medían antes y después del embarazo, esta investigación recoge cinco momentos clave: antes de concebir, en el segundo y tercer trimestre, un mes tras el parto y seis meses después.

¿El hallazgo más relevante? El volumen de materia gris disminuye hasta un 4,9 % en el tercer trimestre de embarazo y se recupera parcialmente en los primeros seis meses tras el parto, aunque sin volver al nivel anterior. Este cambio afecta especialmente a redes neuronales de orden superior como la red por defecto y la red frontoparietal, implicadas en procesos como la empatía, la introspección o la toma de decisiones.
Los cambios se observan en el 94% del cerebro, siendo especialmente destacados en regiones vinculadas a la cognición social. "El estudio también demuestra, por primera vez, que la evolución de estos cambios morfológicos en el cerebro se asocia a las fluctuaciones de dos estrógenos (estriol-3-sulfato y estrona-sulfato), hormonas que aumentan exponencialmente durante el embarazo y vuelven a niveles basales después del parto", explican los investigadores. En concreto, observaron que un mayor incremento y posterior disminución en los niveles de estrógenos se relaciona con una mayor disminución y posterior recuperación de volumen de materia gris cerebral.

Por último, el estudio español también demuestra que las mujeres con un mayor porcentaje de recuperación del volumen de materia gris durante el posparto muestran un vínculo con su bebé más intenso a los 6 meses de vida del menor. "El bienestar de la madre es un factor clave que potencia de manera positiva la asociación entre los cambios cerebrales y el vínculo materno-filial", concluye la investigación.
Una de las grandes novedades es que el estudio incluye un grupo de madres no gestantes como grupo control. Esto es, mujeres cuyas parejas estaban embarazadas durante el estudio. Descarta así que los cambios descubiertos se deban únicamente a la crianza, apuntando directamente al embarazo como factor determinante.
Cabe recordar en este sentido que la ciencia os cambios cerebrales en la mujer durante el embarazo, que incluso pueden tener relación con la depresión posparto, según otro estudio español reciente, son distintos a los cambios que se producen en el cerebro de los padres tras tener un hijo.

Del vínculo con el bebé a la salud mental materna
Los cambios cerebrales no se traducen en pérdida de capacidades, sino en especialización. El cerebro se adapta para mejorar la sensibilidad emocional, la percepción social y la preparación para las demandas del bebé. Como se lee en el estudio, estos cambios parecen tener un rol adaptativo; es decir, el cerebro se prepara para ser madre.
Una de las aportaciones más interesantes del estudio es su vínculo con el bienestar emocional de las madres: cuanto mayor es la recuperación de la materia gris tras el parto, menor es el nivel de hostilidad hacia el bebé y mayor el apego positivo a los seis meses. Este efecto se ve mediado, en parte, por el estado emocional de la madre, especialmente su nivel de bienestar general.
Y sí, también se desmonta el famoso “cerebro de embarazada”. Lejos de ser una etapa de confusión mental o despistes, esta reorganización responde a una prioridad evolutiva: filtrar lo accesorio y centrarse en lo vital.
Este tipo de estudios también nos ayuda a entender por qué el posparto debe ser tratado como una fase de transformación neurológica. Al igual que en la adolescencia, los cambios cerebrales requieren tiempo, comprensión y apoyo.

Abre una reflexión sobre la salud de las madres
Saber que el embarazo cambia el cerebro nos lleva a una conclusión importante: el cuidado de la salud mental materna no es opcional, es esencial. Si sabemos que una madre está en plena transformación neurológica —al igual que un adolescente o un recién nacido—, deberíamos adaptar los apoyos, los tiempos y las expectativas sociales.
Este hallazgo también nos invita a reivindicar el posparto como un periodo de adaptación cerebral, no solo física; a valorar la neuroplasticidad materna como una fuente de habilidades nuevas, no como una merma; y proteger los entornos emocionales de las madres recientes, especialmente durante el primer año de vida del bebé, donde el cerebro sigue en reorganización activa.
El cerebro materno parece estar diseñado para mejorar la percepción emocional, la empatía y la capacidad de respuesta rápida ante estímulos sociales, especialmente los que provienen del bebé.
Referencias
- Camila Servin-Barthet, Magdalena Martínez-García, María Paternina-Die, Luis Marcos-Vidal, Daniel Martín de Blas, Anna Soler, Olha Khymenets, Daniel Bergé, Gemma Casals, Pilar Prats, Oscar J. Pozo, Clara Pretus, Susana Carmona, Óscar Vilarroya. Pregnancy entails a U-shaped trajectory in human brain structure linked to hormones and maternal attachment. Nature Communications, 2025. DOI: 10.1038/s41467-025-55830-0