Nadie está exento de estar triste, ni siquiera los más pequeños. La pérdida de alguien, una circunstancia imprevista, una oportunidad desaprovechada… La tristeza en los niños no es una excepción. Por eso, debemos estar ahí para cuando nos necesiten. Educarles en la conciencia y regulación emocional es clave para que luego, sean capaces de expresar cómo se sienten.